Según la ONU, se espera que la población mundial alcance los 9.800 millones de personas en el año 2050. Este aumento de población requerirá duplicar nuestro suministro actual de alimentos. Se estima que actualmente mil millones de personas tienen una ingesta inadecuada de proteínas. Dado que la producción de alimentos representa casi el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, podemos confiar en el sistema alimentario existente para la población mundial en constante crecimiento?
La respuesta es NO! Hemos visto una innovación increíble en la producción de alimentos, sobre todo los productos alternativos de carne que han aparecido en el mercado en los últimos años. Si bien estos productos reducen la huella ambiental al reducir la necesidad de proteína animal, aún compiten por tierras agrícolas valiosas al dependiente de las proteínas de soja y guisantes. Además, el cultivo de estas legumbres requiere fertilizantes químicos que generan escorrentías y dañan nuestros cursos de agua y océanos. A medida que las proteínas de origen vegetal se vuelvan más populares, estos problemas se volverán más críticos.
Entonces, ¿por qué no mirar a las microalgas? Las algas contienen proteínas, grasas y carbohidratos, así como muchos micronutrientes que apoyan la salud. Crece rápidamente, es sostenible, no compite por tierras agrícolas útiles y solo requiere luz solar y CO2. Dado que el CO2 es el gas de efecto invernadero más abundante que existe, el uso de algas para aumentar el suministro de alimentos es un doble cuando se trata de ayudar al medio ambiente y alimentar al mundo.
Históricamente, la ausencia de una producción de microalgas controlada, económica y segura ha limitado su uso. La cosecha de algas en ambientes naturales o su cultivo en estanques abiertos ni siempre son modelos de producción eficientes. Además, permitir potencialmente la recolección conjunta de contaminantes dañinos para las algas. Otros modelos de producción incluyen inversiones de capital intensivas en sistemas de fermentación o biorreactores de capacidad limitada. Avances recientes han creado fotobiorreactores (PBR) que son rentables y, con una producción de alto volumen, reducen los costos generales. Cuando los tubos de estos biorreactores son verticales (VPBR), se vuelven extremadamente eficientes y reducen los costos asociados a la infraestructura.
Las algas, al menos para el mundo occidental, no se consideran sabrosas. Actualmente se utiliza como componentes estructurales, llamados alginatos, que hacen que el helado sea más cremoso, las salsas más suaves y los aderezos para ensaladas más espesos. Los alginatos son altamente procesados y concentran un componente similar a un gel que carece de sabor y olor. Pero este procesamiento no crea ingredientes nutricionales útiles como proteínas, grasas y carbohidratos. Por lo tanto, se necesita una tecnología diferente para crear estos componentes alimenticios útiles. La separación y purificación de los compuestos de proteínas, grasas y carbohidratos, al tiempo que se crea un sabor y una textura neutros, permitirá que las microalgas se incorporen a una multitud de alimentos y bebidas. Imagínese hamburguesas de algas, licuados e incluso patatas fritas. ¡Este es verdaderamente el futuro de la alimentación!