Según la ONU, se espera que la población mundial alcance los 9.8 millones de personas en 2050. Este aumento de población requerirá duplicar nuestro suministro actual de alimentos. Se estima que actualmente mil millones de personas tienen una ingesta inadecuada de proteínas. Dado que la producción de alimentos actual representa casi el 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero, ¿podemos confiar en el sistema alimentario existente para alimentar a la población mundial en constante crecimiento?
¡La respuesta es no! Hemos visto una innovación asombrosa en la producción de alimentos, sobre todo los productos cárnicos alternativos que han salido al mercado en los últimos años. Si bien estos productos reducen la huella ambiental al reducir la necesidad de proteína animal, aún compiten por tierras agrícolas valiosas al depender de las proteínas de soja y guisantes. Además, el cultivo de estos cultivos requiere fertilizantes químicos que generan escorrentías y dañan nuestros cursos de agua y océanos. A medida que las proteínas de origen vegetal se vuelvan más populares, estos problemas se volverán más críticos.
Entonces, ¿por qué no mirar a las microalgas? Las algas contienen proteínas, grasas y carbohidratos, así como muchos micronutrientes que apoyan una salud óptima. Crece rápidamente, es sostenible, no compite por tierras agrícolas útiles y solo requiere luz solar y CO2. Dado que el CO2 es el gas de efecto invernadero más abundante que existe, el uso de algas para aumentar el suministro de alimentos es un doble cuando se trata de ayudar al medio ambiente y alimentar al mundo.
Históricamente, la falta de producción de microalgas controlada, económica y segura ha limitado su uso. La recolección de ambientes naturales o estanques abiertos fabricados y canales no son modelos de producción eficientes. Además, permiten la co-cosecha de contaminantes potencialmente dañinos con las algas. Otros modelos de producción incluyen una inversión de capital intensiva en sistemas de fermentación o biorreactores de capacidad limitada. Se han realizado avances recientes para crear fotobiorreactores (PBR) que sean rentables y, con una producción de alto volumen, reduzcan los costos generales. Cuando los tubos de estos biorreactores son verticales (VPBR), su huella es extremadamente eficiente, lo que reduce los costos asociados con la infraestructura circundante.
Las algas, al menos para el mundo occidental, no se consideran sabrosas. Actualmente se utiliza como componentes estructurales, llamados alginatos, que hacen que el helado sea más cremoso, las salsas más suaves y los aderezos para ensaladas más espesos. Los alginatos son altamente procesados y concentran un componente similar a un gel que carece de sabor y olor. Pero este procesamiento no crea ingredientes nutricionales útiles como proteínas, grasas y carbohidratos. Por lo tanto, se necesita una tecnología diferente para crear estos componentes alimenticios útiles. La separación y purificación de los compuestos de proteínas, grasas y carbohidratos, mientras se crea un sabor y una textura neutros, permitirá que las microalgas se incorporen a una multitud de alimentos y bebidas. Imagínese hamburguesas de algas, batidos e incluso patatas fritas. Este es verdaderamente el futuro de la alimentación.